04 agosto, 2011

Ruido.

Durante un momento del día, cuando son las 1:38 de la mañana, está todo en silencio. Algo en mi cabeza sigue trabajando sin descanso de fondo, saltando de una cosa a otra, de absurdo en absurdo, de problema en problema.
Puedo escuchar el chirriar de los engranajes dentro de mi cráneo.

Llámalo ruido. O esquizofrenia.

Se me está haciendo imposible estar aquí en casa. No existe el silencio. Mi madre peleando con mi hermana. Mi madre con mi padre. Mi madre con mi hermano. Mi padre con mi hermana. Mi padre con mi hermano. Mi padre con mi madre. Mis hermanos entre ellos o con mis padres. O todos juntos. O mi madre sola. Es frustrante. Sólo pido silencio para poder estudiar. Un poquito de tranquilidad. Un poquito de por favor.

Llámalo ruido. O familia.

Y por dentro:
No estudias lo suficiente. No vas a conseguirlo. Si sigues comiendo así te vas a poner como una vaca. Ya estás como una vaca. Dónde vas con esas barbas, afeitate. Y córtate el pelo, pareces un gitano. Haz más ejercicio. Recoge el cuarto. Ordena la ropa. No vas a ver a las abuelas, mal nieto. Eres un soso. Y flojo. Y un poco tonto. No te lo mereces. No eres lo suficientemente bueno. No sé como tus amigos te aguantan. Ni cómo él puede quererte.

Etcétera, etcétera, etcétera.

Y en un momento de bajón me pregunto: si alguien viniese un día a mi casa, y me dijera todas estas cosas ¿qué haría? Lógicamente le echaría a patadas, como mínimo. Si no dejaría a otro hacerme ésto, no me lo voy a hacer a mí mismo. Pero es inevitable.

Llámalo inseguridad. O esquizofrenia.

Hago un llamamiento al universo. Necesito:
- Irme a Granada. Seguir en casa con mis padres está convirtiendo el suicidio en algo tentador. Y el asesinato.
- Que mi no-amigo Bienvenido Junior se calle cuando juegue conmigo al volley. Por dios, que les dan en esa familia...
- Reorganizar mi tiempo y mi forma de estudiar.
- Recuperar mi dieta y una rutina de ejercicio.
- Verte.